En Europa, los edificios representan el 40% del consumo total de la energía y el 36% de nuestras emisiones. Consecuentemente, será necesario reducir drásticamente su consumo energético para alcanzar los objetivos climáticos de la UE. Este es un desafío a largo plazo: los edificios que nos rodean hoy seguirán existiendo en 2030 (cuando necesitaremos alcanzar el una reducción mínima de emisiones del 55% respecto a los niveles de 1990) y muchos lo seguirán también en 2050. Esta es también una crisis inmediata: los edificios son el mayor sector de consumo de gas en la UE-27, y el gas natural representa el 36% de la calefacción en los edificios. Además, la dependencia de los combustibles fósiles rusos se ha convertido en un arma contra nosotros y los hogares de todo el continente se enfrentan a la pobreza energética.
Existe margen significativo para reducir la demanda de calefacción a través de la eficiencia energética y la electrificación renovable, con las tecnologías digitales como piedra angular. El potencial de reducción de energía y emisiones de las soluciones digitales (por ejemplo, la eficiencia energética «activa») todavía está ampliamente subestimado, y supera al del aislamiento «pasivo». El coste de la inversión generalmente se recupera mucho más rápido, en menos de cinco años con las tecnologías digitales, en comparación con más de 15 años para las soluciones de eficiencia energética «pasivas». Del mismo modo, con el mismo presupuesto, las tecnologías digitales pueden renovar 10 veces el espacio de las tecnologías tradicionales. Las versiones anteriores de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD por sus siglas en inglés) se han centrado en soluciones pasivas y esperamos que el marco regulador de las soluciones activas pueda ponerse al día.
Finalmente, el pasado 24 de abril de 2024, el presidente del Parlamento Europeo y el presidente del Consejo, firmaron la aprobación del texto definitivo de la Directiva, publicándose el 8 de mayo en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) como la Directiva 2024/1275.
Esta última revisión tiene por objeto contribuir a reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero y el consumo de energía en el sector de la construcción de la UE, de modo que de aquí a 2030 se reduzcan las emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 55%, y hacerla climáticamente neutra a partir de 2050. También busca renovar los edificios menos eficientes y mejorar el intercambio de información sobre el rendimiento energético.
Principales puntos de la Directiva
Una de las disposiciones más destacadas es la exigencia de que todos los edificios nuevos sean edificios de cero emisiones a partir de 2030, con una anticipación para los edificios ocupados por las Autoridades Públicas o de su propiedad, los cuales deberán alcanzar este objetivo ya en 2028. Esta medida marca un compromiso sólido hacia la reducción de emisiones de carbono y la mitigación del impacto ambiental de las construcciones.
En el ámbito residencial, se establece la obligación para los países de la UE de implementar medidas que garanticen una reducción en el promedio de energía primaria utilizada, con objetivos específicos de reducción para 2030 (16%) y 2035 (20-22%). Esta iniciativa busca fomentar la adopción de tecnologías más eficientes y sostenibles en las edificaciones, promoviendo la transición hacia un sector de la construcción más verde y respetuoso con el medio ambiente.
Otro aspecto clave de la directiva es la imposición de requisitos para la instalación de sistemas de automatización y control de edificios (BACS). Estos sistemas no solo regularán la temperatura, sino que también abarcarán aspectos como la calidad ambiental interior y el control de la iluminación, contribuyendo así a la optimización del consumo energético y al bienestar de los ocupantes de los edificios.
Además, se insta a los Estados miembros a equipar los nuevos edificios con dispositivos autorreguladores para el control individual de la temperatura en cada habitación, siempre que sea técnica y económicamente factible. Esta medida apunta a mejorar la eficiencia energética y el confort en los espacios habitables, promoviendo un enfoque más personalizado y sostenible en el uso de la energía.
En el ámbito de la movilidad eléctrica, la directiva incrementa los requisitos sobre dotaciones mínimas a instalar en garajes de edificios nuevos o sometidos a renovación importante, incluyendo la instalación de puntos de recarga, precableados y sistemas de conducción de cables. Asimismo, se establecen plazos para la adaptación de garajes existentes, impulsando la infraestructura necesaria para la transición hacia vehículos eléctricos.
A pesar de las peticiones de las asociaciones sectoriales europeas, no se han incluido las instalaciones eléctricas como parte de los sistemas técnicos del edificio. Esta omisión plantea desafíos significativos, ya que el reconocimiento de las instalaciones eléctricas como componentes fundamentales es crucial para la seguridad, la eficiencia energética y la transición hacia la sostenibilidad en el sector de la construcción.
La gran mayoría de artículos de esta nueva revisión deberán estar transpuestos y en vigor el 29 de mayo de 2026, a más tardar de modo que la Directiva actual vigente quedará derogada partir del 30 de mayo de 2026.